«El marketing para restaurantes se basa en la empatía y el servicio.»
Consiste en comprender los puntos de vista y los deseos de nuestros clientes para poder conectar con ellos.
Se trata de que te echen de menos cuando no estás, de aportar más de lo que esperan a quienes confían en nosotros.
El marketing de nuestro restaurante tiene que conmover de algún modo a nuestros clientes, tiene que decirles algo que están esperando escuchar, algo que están abiertos a creer.
Tiene que invitarles a emprender un viaje en el que pueda producirse un cambio.
Y, luego, cuando hayamos conseguido abrir todas esas puertas, tenemos que solucionar el problema, hacer realidad nuestra promesa.
Cuando echamos un vistazo a las redes sociales en las que tienen presencia los restaurantes, encontramos fotografías de platos, recetas, fiestas de Halloween, menús de Navidad, productos de temporada, infografías, imágenes de celebraciones e innumerables invitaciones a diferentes eventos como catas, veladas de networking, masterclass, domingos de barbacoa, jornadas gastronómicas, maridajes y un sin fin de eventos gastronómicos.
Definitivamente, tener una presencia fuerte en redes sociales es una forma innovadora de atraer clientes nuevos y fidelizar a los que ya tenemos, ofreciéndoles actividades y experiencias que les aporten valor añadido.
Nuestra presencia en redes sociales nos va a permitir abrir canales de comunicación con las personas que están en ellas y que dan más credibilidad a la información online que aportan otros usuarios, que a los mensajes masivos tradicionales.
“Las redes sociales nos van a aportar datos explícitos y auténticos que nos permitirán crear campañas de comunicación y marketing más efectivas”.
Si el “boca a oreja offline” siempre se ha considerado como la fuente de información más creíble, ahora además tenemos el “boca a oreja online”, es decir, todo aquello que se dice de nosotros en internet y especialmente en las redes sociales.
Es muy importante monitorizar el “boca a oreja online” de nuestro restaurante, y debemos trabajar para que ese “boca a boca online” sea positivo; y cuando no lo sea, por cualquier circunstancia, hacernos cargo de aportar las soluciones a cualquier incidencia y hacerlo saber a nuestros clientes a través de los canales adecuados.
Los comentarios, las experiencias y la información que llega a nuestros clientes a través de otros usuarios es cada día más importante a la hora de tomar una decisión de compra, y además constituyen la base sobre la que se construye nuestra “reputación online”.
Durante décadas, la piedra angular de la teoría del marketing en relación con las compras de los consumidores era el concepto de “embudo de las compras”.
El embudo de las compras tradicionales describe los procesos cognitivos que experimentan los consumidores entre el momento en que tienen por primera vez, conocimiento de un producto o servicio, y el momento en que lo compran.
Los consumidores comienzan el proceso conociendo la existencia del producto o servicio.
Después, pueden considerarlo como una alternativa a los de otras marcas y pueden empezar a preferirlo frente a los demás. Luego, puede que decidan comprarlo.
Si lo compran, puede que decidan volver a comprarlo o no.
Los especialistas en marketing intentan influir en el consumidor en etapas específicas del embudo dirigiendo mensajes concretos a audiencias específicas durante determinadas etapas del proceso de consideración de compra.
En otras palabras, algunos de los mensajes están pensados para crear una conciencia general y/o consideración de la marca en la parte superior del embudo, por ejemplo, anuncios del producto o servicio; otros, en cambio, se han concebido para generar la preferencia competitiva y/o la compra, por ejemplo, las promociones, en la base de dicho embudo.
La consolidación del marketing online y la reciente importancia de la conversión como un objetivo medible, ha llevado al desarrollo de un “embudo de las compras online”.
Éste no contradice el de las compras tradicionales, que versa sobre la cognición, sino que lo complementa como una nueva herramienta que describe las acciones y comportamientos online.
Mientras que en el embudo de las compras tradicionales se trata de dirigir el mensaje adecuado en el momento adecuado, el de las compras online se centra en medir los datos adecuados y en mejorar continuamente los resultados numéricos.
El embudo on-line se utiliza para ayudar a los especialistas en marketing a maximizar la conversión y el rendimiento sobre la inversión (ROI).
“No se puede gestionar lo que no se puede medir”
El embudo on-line tiene que ver tan sólo con mediciones.
Lo mejor es utilizar juntos los dos embudos, el tradicional y el online, pues se complementan y ayudan a dirigir el mensaje adecuado en el momento adecuado y a medir las acciones adecuadas del consumidor en la fase adecuada.
El embudo on-line se fija primero en el número de visitas y clics de una página.
Mide el número de visitantes únicos que han generado esas visitas y esos clics.
Luego los reduce a visitantes únicos cualificados, en otras palabras, una cifra que encaje en un perfil que indique que es probable que compren el producto.
Después, rastrea el porcentaje específico de conversión.
El objetivo de la parte superior del embudo es maximizar los números y porcentajes de cada caja con el fin de maximizar la conversión y/o las compras.
Una vez que la conversión se ha medido y maximizado, se calcula el valor de las transacciones posteriores.
Con el embudo online no solo se contempla el valor total actual de dichas transacciones (el número total de éstas, multiplicado por el valor monetario medio por transacción), sino también su prolongación en el tiempo.
Esto es fundamental, ya que el objetivo del marketing online es crear una relación, y las relaciones son conexiones duraderas.
Una vez se ha inducido a alguien a comprar un producto, cada vez que vuelva a adquirirlo disminuirá el coste relativo de marketing y el ROI se elevará de forma notable.
Por ello, las marcas exitosas miden el ROI tanto a corto como a largo plazo.
El proceso de marketing online genera datos en cada paso, y la gestión exitosa de dicho proceso conlleva el aprovechamiento total de toda esta información.
Sin embargo, como todas las visitas y acciones online de los consumidores generan datos, es fácil verse abrumado por un auténtico mar de información.
El primer paso para tratar con los datos consiste en definir los que son útiles para el motor clave de los ingresos, la conversión, y los que son útiles para maximizar el rendimiento sobre la inversión (ROI).
En otras palabras, hay que diferenciar los datos buenos (los que mueven el negocio) de los malos (la información que no conduce a nada).
Un punto importante que conviene tener presente es que incluso los datos malos pueden ser muy útiles: datos que sean malos para un empresario pueden ser útiles para otro.